Cuento inspirado en "So Happy i could die" de Lady Gaga



“Tan feliz que podría morir”

Por: Ricardo José Espinoza Jiménez




Una vida llena de soledad, angustia y rutinas que después de seguir el mismo molde por 20 años ya no quedaban ganas ni motivación de despertar al siguiente día. Así era la vida de Luz, una vida que definía como lo contrario a su nombre; una sombra gris gigante, oscura que en cualquier momento la podría atrapar.
Dificultades siempre había tenido desde su nacimiento ya que por ser un parto prematuro, su padre huyó para refugiarse con otra mujer, y a su madre le provoco mucho desgastamiento al punto de que a los 10 años de edad tuvo que encargarse de su madre ya que le habían amputado las piernas por descalcificación en los huesos. Ella siempre culpo a Luz por haber nacido, cada día le hacia recordar que por su culpa había perdido tanto a su esposo como a sus extremidades, más aparte su condición económica no era nada agradable; tenían que administrar mensualmente el poco dinero que les daban por el seguro.


Luz desde los 10 años vivió para servirle a su mamá, no la dejo ir a la escuela ni tener amigos ya que según ella:
-Solo te roban el tiempo para hacer cosas más útiles como preparar la comida, llevarla al baño, tener limpio el cuarto donde vivían, etc.
El único motivo para que salieran de su casa era para ir al supermercado; lugar donde cada quince días Luz esperaba con muchas ansias ya que además de ver caras nuevas le producía mucha felicidad que la atendiera un cajero por el cual ella moría por acercársele, vivía con la idea de que en el momento en que conociera el amor quería que fuera al lado de un hombre como él.


Fue el domingo 14 de febrero un día que nunca olvidaría, su mamá después de ver a Luz tan cansada y tan triste por los malos ratos que le daba que decidió hablar con ella llegando a un pacto de iniciar una verdadera relación de madre e hija, en ese momento olvidarían peleas y malos ratos que durante diez años tolero Luz; a final de cuentas solo se tenían una a la otra para sobrevivir. Para culminar con el pacto su mamá la mando por una botella de vodka para celebrar el inicio de una mejor vida.
Entonces corrió Luz, la tienda se encontraba cruzando dos calles muy transitadas que precisamente ese día las ocupaban todas las parejas de enamorados, pidió la botella:
-Deme la botella más cara de vodka que tenga, es para una ocasión muy especial.


Al salir cuál fue su sorpresa que en una banca afuera de la tienda estaba sentado el cajero del supermercado con un globo enorme en forma de corazón y un ramo de flores, la miró con gran asombro, ella se puso muy nerviosa, se detuvo, abrió la botella y dio un gran trago al vodka y decidida fue a sentarse al lado del cajero. Inició preguntándole su nombre, edad, por donde vivía y que hacía ahí sentado, el solamente contesto:
-Me dejaron plantado desde hace hora y media y al parecer ya no tengo novia, me siento muy mal, estando solo precisamente en este día
Platicaron cerca de diez minutos sobre ambos, al último Luz le declaró lo que por tiempo se había guardado:
-Me gustas mucho desde que te conocí, siempre estoy esperando el momento de volverte a ver, y la verdad me encantaría conocerte más y pasar mucho tiempo a tu lado. Y no se, en un futuro iniciar algo más serio
A el cajero no le disgusto la idea en absoluto, al punto de invitarla a comer en un restaurante muy cerca de ahí; tenía la reservación ya hecha. Se quedaron de verse en media hora afuera del restaurante, al último solo se dijeron:
-En un rato nos vemos
Luz no lo podía creer; tanta felicidad que había querido en veinte años consumada en un solo día. Mientras ella corría a su casa para contarle su gran hazaña y convencerla de que le diera el permiso de ir a comer con el cajero fue en la segunda cuadra cuando un matrimonio que venía peleando en su auto sin darse cuenta atropelló a Luz.


Ella al recibir el golpe lanzo la botella al aire. Mientras ella caía al suelo, se preguntaba: ¿Qué había hecho mal? ¿Por que le pasaría algo así a ella? Y cuando se pregunto si todo lo que había sentido con su madre y el cajero era amor verdadero cayó la botella. Los vidrios tanto de la botella como del parabrisas del auto cayeron en el suelo y en su rostro, el vodka también le salpico el cuerpo.
Pobres de todas las parejas que presenciaron el accidente, sin duda se llevaron un mal sabor de boca por ese día. Luz se iría dejando encendidos dos corazones que ella había buscado desde hace tiempo y que dejarían de estar prendidos ocho horas después de quitarle los vidrios de la cara para identificar su cuerpo.


La única respuesta que Luz encontraría sería justo antes de morir, cuando observo que su sangre tenía un color gris. Si, la sombra a la que tanto le tenia miedo ya la había atrapado.




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