Renato en el país de las joterías / Cap 4 Los osos y su larga historia



Por fin lo he encontrado, ahí va corriendo el chico blanco de la entrada 

- ¡Oye, tú flaco! quiero hablar contigo, espérame - le voy gritando al apuesto adonis  
- Me voy, me voy, adiós, adiós, adiós... 

Otros pasos adelante y casi estuve a punto de detenerlo ¿dónde se habrá metido ese chico blanco? Voy entrando a otra sala, ahogada en colores agresivos y dominantes, he llegado a un lugar donde se puede respirar testosterona en  cada uno de sus rincones. Todos sus adornos en conjunto me intimidad demasiado, sobretodo al darme cuenta que las sombras que percibo son más grandes de lo normal, han doblado su tamaño sintiéndome más pequeño de lo que soy. Van encendiendo lentamente las luces y logró ver al chico blanco, voy corriendo y no aparece nada, estoy seguro que lo vi pasar por aquí ¿dónde se habrá escondido? Aquí ya no está, ¿a dónde iría? Bueno... pues ademas que ni...me llevo una sorpresa. Acaban por fin de rebelarse dos de las muchas sombras que había mirado, son dos hombres muy raros y obesos, están idénticos: pantalones de mezclilla desgastados, corte de cabello muy corto, abundante barba, camisas a cuadros desabotonadas para mostrar su extenso vello que tienen en el pecho y en el cuello sus dos nombres que digo en voz alta.

- "Oso y cazador" ¡Qué raro!
- Sí crees que somos de mentira, paga por vernos - me contesta el oso
- Sí crees que somos de adeveras, tienes que hablarnos - dice el cazador
- Es lógico - me dicen ambos
- Bueno pues mucho gusto en conocerlos y adiós- les contesto a los dos
- Adiós es lo último, si porque lo primero en una visita es (cantan juntos y me jalan hacia ellos) "Un apretón de manos, es lo primero, un apretón de manos, después decir tu nombre ¡Es lo correcto!"
- Bueno pues me llamo Renato y estoy siguiendo a un chico blanco
- No, no puedes irte, la visita acaba de empezar. Bailemos, tomemos y que todo mundo vea nuestras espaldas peludas, son sexys ¿no te parece? O podemos jugar a ver quién tiene la barba más larga y peluda ¿quién crees? Anda. 
- No muchas gracias
- Si te quedas te enseñamos nuestra colección de ropa leather. O también podemos ir a comer, a nosotros no nos importa mucho vernos así de chubbys, de hecho entre más gordo más te sentirás como en casa.
- No, son ustedes muy amables, pero tengo que irme
- ¿Porqué? - me cuestionan el par de gordos velludos
- Porque ando tras de un chico blanco
- ¿Porqué?
- Porqué tengo curiosidad de saber donde se ha ido
- Es curioso mmm... las osas también eran curiosas ¿verdad? ¿te acuerdas?- le dijo el oso en secreto al cazador


- Si, ya sabes lo que les paso, pobrecitas- le contestó el cazador en tono angustiado

Y cuando había volteado ya los tenía a la pareja tan loca llorando tras de mí, incrementando mis dudas.

- ¿De quién hablan? ¿Quiénes son las osas que dicen que se parecen a mí? - les pregunte a ambos
- No, no te interesaría 
- Si me interesa- les contesté
- No, no, tu tienes demasiada prisa.
- Pero bueno, podría quedarme un rato
- ¿De verás? Bueno - me contestaron con singular alegría
- La historia se llama "El oso y el lobo"- me dijo el oso 
- O "La historia de las que por curiosas terminaron siendo osas" - dijo el cazador.

                                     

Y entonces inició la historia de ambos que tenían que relatarme. Decían que hace tiempo habían conocido a un par de chicos gays que cansados de las joterías con las que usualmente se encontraban en los lugares de encuentro decidieron ir en búsqueda de un lugar que se similar a las ideas de ambos: un sitio donde no hubiera locas ni afeminados, donde ellos solamente demostrarán lo machos que podían llegar a verse y ser, siendo la barba y el descuido físico una arma en contra de las banalidades de las que ya se habían hartado en el mundo gay. Ellos buscarían personas que pensarán igual que ellos, así formarían un club privado que sin discriminar (lo cuál desde la idea en la que parten es impensable) sólo se divertirían por ser y parecer hombres. En esa búsqueda dieron con un lugar donde no solamente superaron esas expectativas si no que además agregaron que no habría edad límite ni acudir cada fin de semana al sitio sin pretender nada más que divertirse. Cantaban, oigan música radical, cantaban, y conforme paso el tiempo se dieron cuenta que les hacía falta eso que habían repudiado de los demás sitios: la jotería. Así que se dieron a la tarea de copiar todo que en tiempos pasados les caía mal y hacerlo en su lugar, sólo que sin mencionar que había sido un robo de identidad e ideas, lo venderían como si ellos fueran los creadores de ese concepto donde además terminaron por exhibirse en calzones, crear fiestas temáticas entorno a fetiches sexuales, invitar al show travesti y de cabaret, en fin, hasta orgías y mujerearse entre ellos, sólo con la única diferencia que ellos en gordos y barbones, por eso dejarían de llamarles en masculino y encasillarlos en el adjetivo de osas

- Y así lo manda el rey. Fin de la historia Renato.
- ¡Qué triste historia si fuera osa! Y aparte tiene su moraleja. Entonces ¿dónde está la identidad viril e hipermasculina que querían aparentar? - les pregunte a ambos
- No, ya no está. Ahora te contaremos otra historia
- Pero...  
- Siéntate en lo que vamos por más alcohol - me dijeron ambos.

Al ver que se alejaban empecé a correr en búsqueda del chico blanco. Ya no quiero escuchar más historias donde se creen especiales y acaban siendo peor que los que critican. Cuando por fin me dí cuenta que volvió hacía mí esa sexy espalda del chico blanco, a perseguirlo ¡allá vamos, otra vez! 

- Oye, chico, espérame...

Continuará...
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