Renato en el país de las joterías / Cap 3 La pista de baile loca



- Por favor ¿podrían ayudarme? -empecé a suplicar
- ¡Allá! O como dijo Colón, ¡tierra a la vista!- me contestaron varias voces en coro

Camine hacia donde oía las voces, mi cabeza seguía dando vueltas, me sentía dentro de un frasco flotando en el mar. Mis pasos totalmente perdidos dentro de un espacio desconocido para mí, sin rumbo fijo por culpa de inhalar el contenido de la botellita. Sin lograr poder enfocar la mirada, me detuve y cerré los ojos para poderme concentrar. A pesar de lo exaltado que me seguía sintiendo logré después de detenerme un tiempo abrir los ojos y enfocar la mirada. Ahí estaban, habían tomado cuerpos las voces que me habían contestado. El grupo tenía un aspecto realmente extraño segmentado por tres sectores: vestidas, chacales, mayates y chichifos que aunque les molesta que los definan así son la mezcla entre delincuencia, machismo y de las castas más bajas.
Tatuados por todo el cuerpo, la mayoría se identifican con figuras de estrellas o letras con una tipografía parecida a lo que distinguían en tiempos pasados a los cholos. Sin estudios en su mayoría, trabajando en la prostitución o negocios informales, indumentaria colorida ausente de armonía y elegancia ya que al verlos se distingue que es una imitación de las marcas originales. Adoradores de San Judas bailan escandalosamente enseñando mucha piel, su uso excesivo de accesorios dorados contrastan con el conocimiento que tienen por la moda, fanáticos por el uso de lentes se identifican con reggaeton y ritmos urbanos que son fácilmente desechables y olvidados con el tiempo.

- ¡Oye!, así nunca se te va bajar el viaje-  me dijo Rodo uno de los chacales.
- ¿Bajarme el viaje? - le contesté
- Si, eso. Tendrás que bailar circuit como todos nosotros. Regla 10, inciso 4º.
- ¿Y cómo se baila eso?
- Tú solamente déjate llevar por el ritmo -me contestó

Pero los demás integrantes seguían dirigiéndose a mí.

- ¿Tan drogado como al inicio? -repetían todos en un estado zombie-. Con bailar más fuerte el viaje se te baja.  Pero parecía que a mi me alteraba cada vez más.

-En este caso -dijo impulsivamente el Rodo, mientras colocaba un ácido en la lengua-, propongo que para que te vayas acostumbrando te metas unas drogas más radicales.

No sé lo que quieren decir ni la mitad de estas palabras altisonantes, y es más, ¡creo que tampoco tú sabes lo que significan!- le respondía en mi mente al Rodo.

-Lo que yo iba a decir -siguió el Rodo en tono ofendido-- es que el mejor modo para que dejes de sentirse así es que te metas algo más fuerte o seguir bailando circuit hasta poner la pista de baile bien loca.
 

- ¿Qué es poner la pista de baile loca? -pregunté, y no porque tuviera muchas ganas de averiguarlo, sino porque el Rodo había hecho una pausa, como esperando que alguien dijera algo, y nadie parecía dispuesto a decir nada.

- Bueno, la mejor manera de explicarlo es hacerlo.

Nos colocó a todos sus amigos circuiteros: chacales, vestidas, chichifos y mayates en la pista de baile, más o menos en círculo («la forma exacta no tiene importancia», dijo) y después todo el grupo se fue colocando aquí y allá a lo largo de la pista. No hubo el «A la una, a las dos, a las tres, ya», sino que todos empezaron a meterse pastillas y lo que llamaban dulces por la boca y la nariz cuanto quisieron, y empezaban a bailar como desquiciados, cerrando los ojos y transpirando sin cesar. Cada uno pararía dependiendo cuantos dulces habían ingerido, de modo que no era fácil saber cuándo terminaría la pista de baile loca. Sin embargo, cuando llevaban bailando ocho horas seguidas bailando encontrándose totalmente secos y demacrados se encendían las luces murmurando entre ellos: ¿a dónde seguimos el after?
  
-¿Pero qué han ganado?- les preguntaba

-Todos hemos ganado, y todos tenemos que recibir un premio -decía el Rodo

-¿Pero quién dará los premios? -preguntó un coro de voces.

-Pues Renato, naturalmente -dijo el Rodo, señalándome con el dedo.

Y todo el grupo se aventó alrededor mío, robándome los poppers, condones, cartera, celular y demás cosas que cargaba en mis bolsillos. Y después de esta penosa escena, todos se aplaudieron con entusiasmo. Todo esto era muy absurdo, pero los demás parecían tomarlo tan en serio que no se atrevió a reír, y, como tampoco se le ocurría nada que decir, me limite a levantarme del suelo y contestarles con una tímida sonrisa.

Lo primero era, después del lamentable hecho, encontrar el modo de huir de ese lugar: discutían entre ellos, y a los pocos minutos a Renato le parecía de lo más natural encontrarse en aquella reunión y hablar familiarmente con esa manada de gays, como si los conociera de toda la vida a pesar del robo que había sufrido. 

-¡Ojalá estuviera aquí Jordy conmigo! -dije yo en voz alta, pero sin dirigirse a nadie en particular.

- ¡Y quién es Jordy, si me permites la pregunta? -quiso saber el Rodo.



- Jordy es mi amigo con el que llegue. ¡Y no puedes imaginar la travesía que he vivido hasta ahora  para poderlo encontrar! ¡Él también es como ustedes, no mide el peligro de lo que hacen!

Estas palabras causaron una impresión terrible entre todos los que me rodeaban. Algunos se apresuraron a irse del antro. Una vestida se acomodo la peluca bien, mientras murmuraba: «No tengo más remedio que irme al after; este lugar ya me esta mal viajando». Y un chichifo reunió a todos los circuiteros mientras les decía con una vocecilla: «¡Vámanas, chavas! ¡Es hora de irnos a otro lugar, ya aquí  todos están aburridos y sin dinero!» Y así, con distintos pretextos, todos se fueron de allí, y en unos segundos me habían dejado completamente solo.

-¡Ojalá no hubiera hablado de su similitud de mi amigo Jordy con todos ellos! --me dije a mi mismo en tono melancólico. ¡Aquí abajo, no parece gustarle a nadie lo que en realidad son, y sin embargo estoy  seguro de que no he dicho ninguna ofensa! ¡Ay, Jordy me pregunto si volveré a verte!

Al final me sentía muy solo y deprimido por el bajón que en algún momento todos decían que le temían. Al poco rato, sin embargo, volvió a oír un ruido de pisadas a lo lejos y levantó la vista esperanzado, pensando que a lo mejor por lo menos el chico blanco que había visto en la entrada por fin le hablará. Seguiré caminando.


Continuará...
_________________________________________________________________

Con tecnología de Blogger.