El viaje rosa
“Mi padre me preguntó: ¿eres homosexual?
Yo le contesté: ¿Importa?
Él me dijo: No, realmente no".
Entonces dije: Si, lo soy
Creo que si importaba
Mi jefe me preguntó: ¿Eres homosexual?
Yo le contesté: ¿Importa?
Él me dijo: No, realmente no.
Entonces dije: Si, lo soy
El respondió: ¡Vete, estás despedido!
El respondió: ¡Vete, estás despedido!
Creo que si importaba.
Mi amante me preguntó: ¿Me amas?
Yo le pregunté: ¿Importa?
Él contestó: Si.
Entonces le dije: Te amo.
El respondió: ¡Déjame tenerte en mis brazos!
Por primera vez en mi vida, algo importaba “
Anónimo
Luis Zapata lanzó en los años 70’s el libro “El vampiro de la colonia roma” en él relataba todas las travesías y experiencias q atravesaban la vida de Adonis; un “chichifo” clase baja, muy coloquial en su manera de expresarse, y abierto a experimentar cualquier encuentro sexual que se le presentará siempre y cuando le pagarán muy bien por sus favores.

Una tarde de jueves se convierte en toda una gran travesía al caminar por ahí, las vueltas por la alameda son inevitables pero la verdadera acción inicia cuando encuentras una banca desocupada, ahí, das el primer paso para volverte “atractivo” para los demás, en cuanto tomas asiento conoces las múltiples formas de demostrarle al otro la intención de tener sexo con él; desde una mirada coqueta hasta la famosa “agarrada de paquete” en la que la mayoría todos caen. Los pasillos se convierten en pasarelas donde los principales protagonistas son militares, policía
De ahí nos trasladamos a la Zona Rosa; un nombre dado a este barrio por el pintor mexicano José Luis Cuevas, ya que el color rosa de la zona proviene de ser una zona roja por la noche, y blanca de día. Y vaya que es cierto, es rosa en todo su esplendor porque ya es conocida aquí y en el mundo como un lugar gayfriendly. Desde temprano se pueden dar a notar los chicos que entre 15 a 18 años van a dar la vuelta, curiosear, ligar, o salir con sus amigos a bailar. No importa la hora, ni el lugar, en todos lados se siente la fiesta.


Aquí es donde se da el clímax y todos empiezan a moverse al cuarto oscuro o mejor llamado “la terraza del amor”; subiendo las escaleras del segundo piso inicia la aventura, todos mirando a las vestidas, buscando tocar o algo más que solo eso.
Para Freud libido es sinónimo de energía sexual, es la energía principal, el instinto básico que mueve la vida del ser humano; y por lo menos en Spartacus es por la ma
yor razón que todos van. El ambiente invita a cualquier visitante a desbordarse en deseo con la silueta más atrayente que encuentren, el amor es a ciegas y solo dura unos instantes, pero la sola experiencia te hace sonrojar. Algunos más atrevidos que otros, unos son protagonistas de actos, los otros solo observan pero con eso es más que suficiente. Pocos son los atrevidos que después del encuentro deciden preguntarse el nombre, pero eso se repite cada fin de semana, al final el antro empieza a desocuparse hasta las 8 de la mañana; todos saliendo con una honesta sonrisa.

Sólo una conclusión en este viaje rosa: ¿Son más promiscuos los homosexuales que los heterosexuales? La promiscuidad no es un problema, lo que sí es un problema es no cuidarse al tener sexo. El entretenimiento gay es diverso, tan diverso como la riqueza cultural que hay en este país. ¡Viva México!